Desde acostarte con tu madre o con tu hermana, hasta contratar a expertos en sexo anal... La antigua Roma daba uso a unas prácticas sexuales, algunas como poco, un tanto perversas.
La civilización romana es conocida, entre otras cosas, por su peculiar forma de ver la exualidad, muy diferente en muchos aspectos a la nuestra, y sobre todo, al margen de normas de conducta y condicionantes que la tradición cristiana ha ido estableciendo a lo largo de los siglos en nuestra sociedad.
Aquí van 10 de las prácticas más habituales en el Imperio Romano.
1. Acostarte con tu propia madre
La madre de Nerón le instruía a menudo en los placeres carnales ante la preocupación de los ciudadanos romanos, que temían que Agripina obtuviera un exceso de poder a raíz de tan enfermiza relación. Pero, Nerón acabó ordenando el asesinato de su progenitora.
2. Hacer un alto en el camino para tener relaciones sexuales
Con tal de amenizar sus viajes, Nerón tuvo la idea de aderezar sus travesías por el río Tíber con una legión de prostitutas. La mecánica consistía en plantar cabinas cada ciertos kilómetros en las que prostitutas ejercían el papel de posaderas que le ofrecían hospitalidad desde la orilla.
3. Acostarte con tu propia hermana
Según Suetonio, Calígula “practicaba el incesto con todas sus hermanas y las hacía sentar consigo a la mesa en el mismo lecho, mientras su esposa ocupaba otro". Su favorita era Drusila. Habían mantenido su primera relación siendo unos niños y, ya de mayores, se la arrebató a su marido para seguir disfrutándola.
4. Convertir a un hombre en mujer para poder contraer matrimonio
Nerón se enamoró del joven Esporo y quiso casarse con él. El problema es que los matrimonios entre hombres estaban prohibidos en Roma. Su decisión fue radical. Anticipándose a las operaciones de cambio de sexo, ordenó castrar al joven. Cuando se recuperó de la intervención, le vistieron con ropas de su difunta esposa Popea Sabina y se celebró una boda por todo lo alto. Una vez casados, Nerón obligó a sus congéneres a que lo tratasen como la mujer del Emperador.
5. Ejercer la prostitución a media jornada
Heliogábalo fue un político que para contribuir a la economía del gobierno ejercía la prostitución en sus ratos libres, además le robó la idea del burdel en la corte a Calígula pero mostró muchas más dotes para las finanzas que su ancestro. Era homosexual y ejerció el oficio con tal dedicación que presumía ante sus compañeros de palacio de ser el que más dinero recaudaba.
6. Hacer el trenecito
Tiberio durante su retiro en Capri contrataba a jóvenes de ambos sexos a los que nombraba “expertos en coitos desviados” y les obligaba a copular en filas de tres mientras él observaba. Todos los pagos a los participantes se anotaban a la cuenta del Imperio.
7. Montar un burdel imperial a salto de mata
El que, sin duda, es el oficio más antiguo del mundo, era ejercido en la capital del Imperio tanto por hombres como por mujeres de distinto rango social. Estos profesionales del sexo ofrecían sus servicios siguiendo las costumbres sexuales de una sociedad como la romana, donde los mayores tabúes eran el sexo oral y el hecho de asumir el rol de pasivo.
8. Montar orgías con adolescentes
El emperador Tiberio no sólo organizaba orgías con adolescentes, sino que creó una práctica para sus ratos libres. Según Suetonio, “había adiestrado a niños de tierna edad, a los que llamaba pececillos, a que jugasen entre sus piernas en el baño, excitándole con la lengua y los dientes”.
9. Casarte con tu sobrina
Los gustos sexuales del Emperador Claudio fueron nada habituales para la alta nobleza de la época. Fue de los pocos que no mantuvo relaciones homosexuales ni tuvo tendencias pederastas. Aún así, según el relato de Suetonio, cometió incesto al casarse con Agripina, hija de su hermano Julio César Germánico.
10. Jugar a los animalillos
Nerón, cansado de mancillar todas las partes de su cuerpo, ideó una nueva forma de juego. Vestido con la piel de un animal salvaje se lanzaba desde una jaula sobre las partes nobles de hombres y mujeres atados a un poste. Un vez satisfechos sus deseos, se entregaba a su esclavo Doriforo, a quien servía de mujer.
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